No me riñas
amor
porque no le canto
a la luz de tus ojos
o la bendición de mis hijos.
Voy caminando
el día
con la cautela de un gato;
mullidos pasos de felpa en
el polvo suspendido en
la luz de la mañana
y en el silencio de las
horas grises y solas de las tardes.
No me riñas
amor
porque me rondan
las palabras
muerte y olvido,
recuerdo y adiós;
es el tiempo,
no más,
que tic tac,
tic tac
gotea en algún recodo
de mis años.