Tengo prisa por besar tus labios,
mucha prisa por tocar tu piel.
Mis ojos enloquecen por tu bello rostro.
Mis dedos Se debaten por tu pelo suelto,
ya mi alma enferma por tu dulce voz.
Hoy mis labios tiemblan al decir tu nombre,
mi rostro palidece cuando tú no estás.
Mi mañana torna en tarde gris, lluviosa,
cada que te alejas, cada que te vas.
Y por eso pienso en inventar de nuevo
ese hermoso rostro, esa suave piel,
esas blancas uñas, esas firmes piernas,
tus pequeños pechos con sabor a miel.
Sólo inventándote, reinventándote un día,
te tendré siempre a mi lado, siempre bien, lo sé.
Solamente así obtendré tus mejillas, tus perfectos dientes,
todos tus lunares y tus pensamientos.
Necesito cerca tu sonrisa alegre, tu caricia tierna,
tu cintura frágil, el calor de ese tu sol.
Me hacen falta ahora: el contacto de tu tibia piel,
la sin razón de tus sentidos, y tus manos de papel.
© Armando Cano.