Escucho las voces angustiadas
A los muchos que pasan por el puente
Cargados con piedras
La lengua pendulando entre los dientes
Vienen de muy cerca, la casa de la esquina
El hotel de la vuelta, el edificio al otro lado.
Amanecen con la pala en la mano
El dolor en los huesos
Los zapatos llenos de arena
Los miro desde un rincón de los ojos
Con los brazos doblados sobre el pecho.
Ellos ponen en sus hombros máquinas pesadas
Dentro de sus cabezas fluorescentes efigies
En los bolsillos patas de conejo.