Si he de morir,
que sea un domingo,
cuando todos duermen,
cuando se sienten más risas que llanto,
cuando parten los amores que duelen
y las excusas son banales,
excusas que se lleva el tiempo.
He de morir un domingo
¡Cuando hasta el mismo Dios descansa!
Que me entierren un lunes en plena madrugada,
que lleguen aquellos que arrullaron mi llanto,
me vieron demonio
y aún así me siguieron amando.
Pasarán los segundos
y un miércoles me habrán olvidado.
Me nombrarán entre copas,
dirán ella fue buena, ella fue santa
como todos los que yacen bajo tierra.
Con el tiempo seré reina,
me llamaran hasta poeta,
y no faltarán los que digan:
hasta puta era.
Pero aquellos que tocaron
mi llaga de Cristo,
suspirarán,
repasarán mis letras
y con un grito ahogado
se escuchará:
¡Ángel o demonio!
la seguiré amando.
Lore Cruz
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