Ben-.

No quiero callar-.

Si yo callara, ay, si yo callara.

Cuerpos y volúmenes excitados

por su ámbar, como una alforja

sustituida por miembros opacos.

Una abeja destruida, un silencio

como de planeta, una voz de eco

dormido, una montaña en la cruz

de algún puerto ciudadano, lobos.

Si yo callara... por esto hablo.

Por estos ladrillos de tristeza

con mampostería de mutismo.

Por estas cortinas muertas, que

guardan las hilanderas de un porvenir

exhausto de comentar. Por un silbido

sin fuerza en los espacios más destruidos.

Quizás, con mi lengua, aún quemen

una estaca, una azada, un moribundo pajar.

O guarden su idioma las ausencias de las arañas.

Penetren silencios mayúsculas iracundas.

Y en mi vientre un aire cálido de depósito blanco,

estalle entre los dientes de las calaveras desleídas.

Yo no guardo silencio; sí, sus consecuencias.

Su letargo con rugido de cimientos, su enunciado

inapelable. Y todo lo que me hace llorar,

entre estos campos solitarios-.

 

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