Yo soy la sombra en la penumbra digo
No te acerques, no suspires, no instuyas
No hay rosario, ni Cristo, ni aleluyas
Sólo placer sagrado, de castigo.
De la presencia al vacío, conmigo
No hay nada tuyo ni mío, no arguyas
Por ley pediré que te prostituyas
No saldrás más al frío sin abrigo.
Y si al final de la vida, vencida
Te escaparas de ese miedo sangrante
Enrollada en mi alma, de turbante
Aceptaré tu alma, simple y pura
Quitándome lo que es mío, locura
En paz, iluminada, bendecida.