Sombras nocturnas cubren el silencio de las noches,
abrigan con sus huesos lo prohibido de la herida.
Y las tinieblas, con guerra y olvido, sepultan a la vida.
Amarte en el encierro de este cementerio sería puro reproche.
Lágrimas de angustia anuncian la muerte rápida.
De este cadáver que enciende a los buitres,
de esta calavera que se oculta bajo la hilera de ciprés,
de estas feroces grietas, de esta triste lápida.
Estrellas alumbran al desierto y al guerrero,
de esta muerte, de este miedo, de este esqueleto quieto.
Y el quererte son gritos de dolor de hierro,
son pasiones que ya no siento.
Son diluvios de mentira, de una horrible melodía.
Son escasa sinfonías, de una ardiente llama que gemía.
Son sepulcros, son deseos de entierro, de esta alma mía.
Son las tumbas de este cuerpo, que amé algún día.