Luchando sin un claro vaticinio
apago mis volcanes con la psique
al tiempo que mi amor, al raciocinio,
intenta derribarle algún tabique.
Combaten por tener mi predominio
hirviendo, cada cuál, en su alambique
envueltos en corazas de aluminio
que tiendo a malear con un meñique.
Vencidos se declaran mutuamente
y débiles, adrede, se fusionan
tratando que jamás se les entienda.
Confronto a mis pasiones y a mi mente
y juntos y en común su voz entonan
ninguno sin ganar en la contienda.