Naces junto al tallo de un diente de león,
pero sabes como a azúcar y a todas esos extractos de vainilla.
Lo que daría por hacer que te quedaras en casa por otra de estas noches.
Para revolcarnos así,
y de esta forma hacerte conocer todas aquellas pequeñas cosas.
Sería en octubre, navegando entre la vehemencia de las palabras de mi madre
en medio de todo el caos escolar,
y las monedas, susurros quisquillosos de alta mar.
Te encontraría sobre todo esto
estarías danzando incómoda y perpleja con el cuerpo quieto.
Me lanzo sobre todo, quiero oir tu nombre.
Pero al final soy una perdedora,
llego a zancadas a la esquina mientras me muerdo las uñas.
Quizá en otra ocasión,
quizá en otra ocasión.