Profanaste todas las tumbas
suspendiendo los descansos
y en vez de flores en rumbas
rugieron los tigres mansos.
¡Maldito! setenta veces maldito
con tus relojes chorreantes
grietas del hogar donde habito,
fuga de tenaces gritos alucinantes.
Para qué esa luz de primavera
si la noche clausura los andenes
cuando ahítos llegan los trenes.
Carga de memoriosas osamentas
jornadas y solanas corren lentas
y todo ¡todo! se vuelve tapera.