La Luna sola en el cielo, yo en la Tierra
En el horizonte un teléfono íngrimo sobre una roca
La sombra de mis pies se hunde en el agua.
Hambriento miro el candor de algunas fotografías, donde un joven disfrazado de hombre vestía las galas de un soldado asustado, y con pose de extasiada decisión, saluda cordialmente al clip de la cámara.
Se fumó el jardín del patio de su casa
Y fue hospitalizado por alucinógenos aterrizajes.
Ese joven con mi nombre, nacido cuando nací -pensamiento de mis más azules pensamientos- es el difunto que remolco desde la adolescencia, cuando él se afeita, sangro, a mis recuerdos no les crece el bigote.
Un único favor le pido a la nula, mula, diabética Luna
Que se dé la vuelta y me deje en la oscuridad.