Tengo tantos rostros de ti y todos ellos
Son los lenguajes de la tierra a través de tus ojos.
Debí conocerte de día para así aprenderlos,
Y detener la gangrena
Que provoca el fraude de las horas
en mi corto existir.
Y no tuviera yo, ahora, el cargoso,
El de tulipán mohecido,
Ese que desvanece tu retrato.