Mi amada es la criatura hermosa
que envió Dios a este mundo
para apagar mi dolor profundo,
cual el dulce perfume de la rosa.
Ella, ligera, al par de mi delirio,
vuela al viento su tristeza,
pues a su sublime belleza
no la iguala la figura del lirio.
En mis noches largas de locura
ella aguarda a mi lado, silenciosa;
¡es la criatura más hermosa,
para mi alma rota, la cura!
Es la musa diosa en mi poema;
tiene en mi humilde corazón su casa.
El amor que me entrega me abrasa
cual hoguera divina… pero nunca quema.