Tienes que llorarlo,
Tomar la fibra enrojecida,
Aún palpitando de dolor,
Apretarla hasta que llore,
Hasta que grite y se retuerza,
Hasta que el suelo sea blando,
Hasta que los golpes no duelan.
Tienes que llorarlo, tienes que sentirlo,
La tristeza no es un cuento,
Y no muere si no vive.
Esa pena hay que abrirla,
Y vaciarla hasta los huesos.
Tienes que arrastrarte con tu pena,
Y es que no hay otra manera,
Serás libre cuando sanes,
Y mientras serás solo un ave presa,
Presa entre los muros de tu silencio,
Y no hay mayor condena que esa.