Es despiadado siempre mi regreso,
te entrego mi amor con caricias dibujadas en el espacio
para hundirme en el paraíso que grita entre tus piernas.
En un extraño diccionario busco términos inexistentes,
balbuceo frases sin sentido y te las entrego
con la esperanza de que otra vez me aceptes.
Siempre así y como en todos mis regresos,
me devoras con tus ojos, me tragas con tu boca,
con esos besos que me empapan
y que de tanto en tanto olvido sin ninguna razón.
Pero una mueca tuya o un ademán distante
- confundiéndolos con señales de amor-
me alcanzan como excusa para reencontrarte,
para que me recibas como dueña.
Que por esos labios húmedos de reproches
y por ese paisaje que mora entre tus piernas
acepto todo sin vergüenza y sin tristeza,
hasta la próxima oportunidad cuando vuelva a perderte.