En mis largas conversaciones solitarias
Recurrente regreso aquel tiempo de la infancia
Jugueteando por las calles, entre la plaza y el campo
Con los sueños inocentes de ángeles sin diablos
Mirábamos la luna, bajo el canto de cigarras
Y nuestra ingenuidad volaba creyendo que Él escuchaba
El coro de los niños que abrían la esperanza
Con el sonido sacrosanto de la Basílica y su campanario
No me bendijo la suerte de mis amigos atractivos
Mi corazón ha sido ingenuo entregándose a una sola amada
Aunque ella en sus bellezas, cautivo a cupido para dejarse flechar por otra alma
Mi recuerdo será de estrellas en la noche alunada
Mi juventud abandonó el estante varias décadas a espaldas
Pero mi verbo fue mancebo al paso de los años
Vigoroso he desnudado los cuerpos y las almas
Entre versos sencillos y cantos de alborada
Aprendí del amor entre claveles y cestas de esperanza
De aquella viejecilla que cada noche me arropaba
Con sus manos de niña y un corazón de Hada
Recordaré siempre su huerto, hasta el día de la retirada
Pareciera que nada debo, tampoco guardo cuentas
y un día llegará el momento de la inevitable salida
el último viaje espera con mis versos en baúles
como el bendito equipaje que preparé sin dobleces
No he recibo pago por lo que he amado y dejado
entre renglones apilados como alimento del alma
estaré felizmente preparado para tomar la partida
con los rostros de mis hijas y sus simientes heredadas
con el recuerdo de ella, amada, de su bálsamo y su savia
Alguien dirá ha partido
Y solo yo sabré, he vivido