José Luis Barrientos León

He vivido

 

En mis largas conversaciones solitarias

Recurrente regreso aquel tiempo de la infancia

Jugueteando por las calles, entre la plaza y el campo

Con los sueños inocentes de ángeles sin diablos

 

Mirábamos la luna, bajo el canto de cigarras

Y nuestra ingenuidad volaba creyendo que Él escuchaba

El coro de los niños que abrían la esperanza

Con el sonido sacrosanto de la Basílica y su campanario

 

No me bendijo la suerte de mis amigos atractivos

Mi corazón ha sido ingenuo entregándose a una sola amada

Aunque  ella en sus bellezas, cautivo a cupido para dejarse flechar por otra alma

Mi recuerdo será de estrellas en la noche alunada

 

Mi juventud abandonó el estante varias décadas a espaldas

Pero mi verbo fue mancebo al paso de los años

Vigoroso he desnudado los cuerpos  y las almas

Entre versos sencillos y cantos de alborada

 

Aprendí del amor entre claveles y cestas de esperanza

De aquella viejecilla que cada noche me arropaba

Con sus manos de niña y un corazón de Hada

Recordaré siempre su huerto, hasta el día de la retirada

 

Pareciera que nada debo, tampoco guardo cuentas

y un día llegará el momento de la inevitable salida

el último viaje espera con mis versos en baúles

como el bendito equipaje que preparé sin dobleces

 

No he recibo pago por lo que he amado y dejado

entre renglones apilados como alimento del alma

estaré felizmente preparado para tomar la partida

con los rostros de mis hijas y sus simientes heredadas

con el recuerdo de ella, amada, de su bálsamo y su savia

Alguien dirá ha partido

Y solo yo sabré,  he vivido