LA MALA NIEBLA.
Estaba sentado en mi montaña,
mirando los tiempos con los ojos del alma,
vi pasar la niebla disfrazada de princesa,
cazando madrugadas con flechas y lanzas.
Quería robar luz a las intenciones blancas.
pintó de poesía el filo de sus guadañas,
metía menta fresca en su boca sin alma,
para ocultar el aliento de su fétida panza.
No pudo ocultar odios el ser de negra alma,
destrozó sus vestiduras...
amenazó la madrugada...
y dijo quemaría la luna para dejar a oscuras el alba.
decía: \'\' haré muda a las aves tempranas,
cercenaré las melodías de sus gargantas,
nunca más un trino despertará las madrugadas,
y dormirá por siempre el sol trás la montaña.
Gritaba y se arrancaba cabello como de plata,
enterraba en su rostro las uñas como garras,
maldecia a todos los Poetas y a un amigo de Generala,
y se hacía fuego en su boca el odio de sus palabras.
Fue entonces cuando la asustó el ángel vestido de zorzal,
que acudió a los llamados poéticos del alma,
la mala niebla asustada corrió hacía el humedal,
a ocultarse en las totoras, donde duerme con las zorras.
Poeta al atardecer.