Creí estar en un largo sueño
De esos en los que descansas apaciblemente
Y que quisieras que fuera interminable,
Sueños que disfrutas y hasta sonríes dormido.
Sueños sin dolor,
Sin angustias,
Sin sobresaltos…
Sin tiempos por cumplir,
Ni prisas.
De pronto me vi a mí misma,
Y creí que había despertado,
Los senderos me parecieron conocidos
y ese aroma…peculiar…
que me invitaba a continuar en el camino
que era todo colorido de flores
en tonos amarillos y anaranjados.
Vi alrededor y no venía sola
Muchas personas caminaban a mi lado,
Atrás venían muchas más…
Observé aquel entorno,
Volví a la realidad, comprendí todo…
No había dormido solamente
Vi mucho dolor
La gente sufría
Estaba enferma
Pero no solo del cuerpo,
Estaban enfermos del alma…
Habían dejado de percibir
La belleza natural del campo
Su verdor
El canto de las aves
Los colores del arcoíris
Los murmullos de los ríos,
Había peleas entre hermanos
hijos con sus padres,
Todo era triste.
¿Qué había pasado con la humanidad?
Porqué a diferencia de nosotros
Algunos traían una mascarilla en la cara
¿Por qué otros no?
¿Por qué viajaban en rumbo contrario?
¿Por qué continuamente miraban hacia atrás?
Seguimos avanzando…
De pronto el aroma de las flores se perdió
Y ése penetrante olor a copal desapareció.
No tuvieron tiempo de recordarnos,
Cuando llegué a lo que fue mi casa
En la entrada había una telaraña
En la ventana había sombreros de bruja
Lo que se imaginan son fantasmas
colgaban del techo en hileras
Y en la puerta principal una gran calabaza
Con ojos, nariz y boca que parecía se reía de mí.
Cuando por fin entré envuelto en telarañas,
Busqué inútilmente la gran ofrenda.
Nada, no había nada,
A un lado vi sentados en el suelo
A mis abuelos, a mi padre, a mis hermanos,
su mirada era triste, me senté junto a ellos
no sé si de las cuencas de mis ojos
salían lágrimas, pero juraría que a ellos…
Los vi llorar.
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Elizabeth A.Castillo Mtz./2020