Ojos inquietos
bolaceos de su realidad
Encarcelados de su propia locura;
Y en la mesa un pálido cuchillo
Cómo sirenas seductor.
Superfulo elevamiento
¡Un alma libre!,
De mi cuerpo inherte.
Prematuras voces invaden la paz,
Gentes que ya no están.
Contraídas en mi memoria
Que con su frío beso golpean
Lo que alguna vez sintió.
Y quiénquiera que fueses
Hoy de este arrogante ser
Te has esfumado.
Desde donde este no iré
Otra vez tras de ti no iré
Pero si me vienes a buscar
Lo único que encontraras, es tu reflejo.