Peligrosa señora es Doña Angustia
trota a lomos de lúgubre corcel;
y galopa rauda, insensible, cruel,
con lánguido rostro y sonrisa mustia.
Inquilina obligada del alma abandonada,
se regocija en la pena del amor perdido
como si todo en la vida perdiera sentido
y la felicidad vivida fuera truncada.
El amor se aleja, cual ave migratoria
busca otras fuentes de nutrición y riqueza
para dejar tras sí la escarpada pobreza
de aquella relación con penas y sin gloria.
21 de marzo de 2008