Ben-.

Pitágoras sin miedo-.

Ahora ya

quedándose casi solo

en su vasija quebrada

le duele el ancho océano

le aprisionan las heces

volcadas como formas de la decepción

en su prisión de malabarista.

Ahora ya sucesiones de alas

poblando el tren sucio y desvaído

donde antaño proliferaran manos y uñas

recién pintadas, ufanas

y él solo, en su atardecer de poesía y nubes.

Va quedándose solo, sí

un pitágoras sin miedo,

con amapolas que, en sus sueños, tiemblan

como antes

le hicieron temblar los rayos.

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