Vertiginosa caída hacia un cielo sin gris
de mis manos vuelan clavos ardiendo
la zarza y su empeño
el musgo y su atril
De vuelta me digo;
Ayúdame a encontrarme, testigo de mí
Camino descalzo sin lugar donde ir
sólo ando pesado con la esperanza sutil
entregada por un candelabro soñado
que se sabe a si mismo como parte de Ti
Me paro y le digo;
Ayúdame a encontrarme, testigo de mí.
Navego entre puentes de alivio febril
entre torbellinos, los vientos
¡ y yo insistiendo hacia mí!
Bendito momento si cedo y confío
Y al remolino incierto entragado
Ya dibujo otro puente
habitante de un plano mas elevado
En su pretil me freno y reclamo;
Ayúdame a encontrarme, testigo de mí