Dominaste el espacio. Caminando de perfil con un filtrum pronunciado,
Reservé mi mirada a una esquina, mientras buscabas un aciento.
Mi seso inquieto, se alborotó tras tu fragancia, pero no te pregunté tu nombre.
Fabricaste un cosquilleo en mis tripas al paso del viento.
Soledad reclamó su lugar, pero lo sustituí con tu cuerpo de cobre.
La vibración del alma cuando te acercas, me dice algo,
Sinónimo del deseo.
Más que de tu boquilla de plata, que aprieto contra la mía
y que tus brazos se deslizan por mi espalda como vara,
nota a nota, soplo a soplo
el deseo de que reproducirnos como melodía aleatoria,
nos lleve a interpretar las piezas más poderosas que nadie haya creado.
Beethoven recuperó la escucha tras el primer beso.
7 notas, como 7 vidas de los gatos,
Para reconocerte, entre la multitud
Y saber,
Asegurar,
Que a pesar de todo,
Eres tu.
Ser orquesta, hacer música,
de ser aire, a ser agua.
Y producir una octava nota,
que nadie haya creado.