No puedo decirte, esta es tu sombra, este el color de tus ojos, esta la alegría de tu alma ignota. Un instante en nuestras vidas, no fue más allá de lo que ofrece tu cuerpo.
No pudiste desde lo hondo de tu pensamiento, deleitarte en el lienzo mágico de mi cuerpo. Visualizar y menos tocar, mis delicados pechos, el cabello ondulado y el vaivén de mis caderas.
¡Te quedaste, con aquella silueta que por instantes cobro vida en el iris de tus pupilas!
A un costado de la avenida de tus propios sueños y ante la hiriente realidad de tu intelecto, no pudiste avanzar. ¡Una ola de fuego te envolvió!
El manto de amor que ondeaba a los cuatro vientos fue solo un sofisma que nubló mi corazón.
* Imagen del muro de Ana Demon.
Luz Marina Méndez Carrillo/22102020/ Derechos de autor reservados