Andando por la vida en paralelo
jamás, sin encontrarnos, subsistimos
y enfrente, uno del otro, convivimos
en medio de un palpable desconsuelo.
Partiendo de un idéntico riachuelo
amarnos mutuamente no supimos
carentes, por igual, de darnos mimos
y envueltos en común por el recelo.
Apenas ni siquiera nos rozamos
oyendo, sin embargo, todavía
los ecos que en el pecho nos abducen.
Marchita, nuestra flor, la deshojamos
dejando en testamento la utopía
que añora que dos líneas se entrecrucen.