El templo que alguna vez fue tu morada,
ahora es un refugio de almas errantes;
la plenitud que alguna vez tuvo fulgor,
hoy es presa de un silencio sepulcral.
Allí donde el arrebol comienza a florecer,
cuando la aurora permanece inerte;
allí donde el holograma de tu nombre,
ha llegado a los confines del Hades.
Ahora sólo existe un afán sin dueño,
un deseo vehemente de libertad;
sólo hay ausencia de fulgor,
existe apoteosis del olvido.