Avanza veloz la gradual y anunciada decrepitud
la que jamás acompasa los pasos de un lungo,
mostruario pasivo de la huidiza juventud
tal el rústico andar de un cansino pingo matungo.
Como punzantes dolores de ataques molares
cruje penoso el físico de ausentes burletes
recluyendo bellos paisajes de trinos solares.
Pobre de aquel pretérito niño, ya sin rubios copetes...
Solo el vascular y lumínico cerebro resiste
cuando el calendario de agobios lo embiste,
extrema unción, centelleo final del escribidor.
Perfuman azahares en el jardín de las rimas floridas
dulces encantos de goces fragantes, sin salinas heridas.
Feliz el finado con su querido equipaje ¡Derecho de Autor!