Había luz en esos labios y la seguí a tres pasos de distancia.
Había fuego en sus caderas,
cadencia en su cintura;
y sus pies de cristal
parecían acariciar suavemente la vereda.
¡Era toda ella un monumento!
un poema de amor
Un himno al cielo
y la mejor canción, de un canto nuevo.
Yo descubrí al pasar por su mirada
lo breve que el amor se manifiesta en un momento.
La longitud del tiempo cuando los ojos se congelan
mirando estupefacto lo bello,
lo animal,
donde nos sobrevuela el desconcierto.
Yo me quedé mirándole su espalda
porque todo su sol me dió de frente.
y me inundó de luz todas las sombras.
Hasta aquí,
hasta hoy,
hasta el presente.