“Puede el amor ser una elección/ tren de la vida que no siempre elegimos bien…/ decidimos sin pensar, con el corazón/ y a veces se nos va el tren”.
No fue para mí la más sensual, aunque me gustaba;
lograba enloquecerme hasta por su forma de vestir.
Tampoco fue la que de casi todas tanto me celaba
y ni siquiera unos simples piropos me dejaba decir.
No fue la que en fotos me mostraba que era bella,
belleza le sobraba, de eso nunca tuve ninguna duda;
no fue la que mucho se reía, parecía y no era ella…
tampoco la que, a petición, se dejaba ver desnuda.
No fue la que era muy mística, ella jamás podría ser;
pero aquella que me mandaba al diablo tampoco…
era la que ante mis ojos simplemente olía a mujer
y que incluso, sin proponérselo, me volvía loco.
Nunca fue la que culta en ocasiones me parecía,
de ella lo que buscaba no era justamente su cultura;
ni fue la inculta que a veces disparates me decía,
no decía cosas acertadas, pero tenía buena figura.
No era la que se paraba tarde y soñaba conmigo
y de sus sueños le gustaba contarme cada detalle;
tampoco fue la idealista, “quiero casarme contigo”,
ni la que gritaba cuando me veía en alguna calle.
Tampoco la silenciosa, callada cuando no debía;
no fue tampoco la bulliciosa, ella de callarse… nada.
Casi lo fue la tímida que poquitas cosas me decía…
pero me gritaba muchas otras sólo con la mirada.
¿Hubo alguna vez o hay acaso para mí una elegida?
Habría que analizar con cuidado para luego concluir.
Ignoro aún si acaso he ido sin saber amar por la vida
o es que he amado tanto… que no he sabido elegir.
Original de Álvaro Márquez
Caracas, Venezuela
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