La tarde desplazaba sus rayos vespertinos,
la luna parecía, papel de celofán;
los pájaros callaban sus endulzados trinos,
buscando en los ramajes, sus nidos, con afán.
El cielo nos brindaba, fulgores esmeralda,
brillaba su sonrisa con mágico esplendor;
tejían las estrellas magnífica guirnalda,
haciendo de su imagen, un ángel tentador.
Su voz tan dulce y tenue, manaba melodía,
llevando en sus acordes un cántico nupcial;
habían en sus notas la bella sinfonía,
que arrulla el sentimiento con música coral.
Aquella fue una tarde de luces y colores,
gozando de su esencia, tan fresca y tan sutil;
su juventud portaba hermosos resplandores
con esa incandescencia que tiene el mes de abril;
que lleva pinceladas, que anuncian con fulgores,
que llega primavera vestida de huipil.
Autor: Anibal Rodriguez.