Del campo a la ciudad partió llorando
Dejando atrás a un rostro desolado,
Aquellas manos rústicas y amables,
Que untaron de Caricias su pasado,
Cambiando la vereda por las calles,
Y el junco y las cigarras por asfalto.
Buscó por años largos el sendero
Que atara las madejas de sus sueños,
Dejó de recordar los pastizales,
Y el Niño que jugaba en pastos tiernos,
Se ahogó bajo sus viejos manantiales
Como aire del otoño ante el invierno.
Buscando en los suburbios de sus días
Halló el valor para aceptar su herida,
Y en un impulso mágico y rebelde
Su instinto lujurioso vio la vida,
Su sed se satisfizo en nuevas fuentes,
De besos, Notas, letras y anarquías.
Del campo a la ciudad se fue soñando,
Y el campesino se atrasó en sus pasos,
Y el hombre preparado y de birrete,
Camina a paso firme y desbordado
Dejando atrás al joven del machete,
De cañas, cafetales y ganado.
Al campo y de ciudad vendrán ansiosos
Doctores y maestros temerosos,
Y en húmedos cafetos y guaduales
El tiempo buscará bajo sus ojos,
Aquellos campesinos ancestrales
Que un día se impulsaron a otro andar,
Volviendo a las veredas de las calles,
Dejando atrás del campo a la ciudad.
Ardego 2016, agosto 30