Tan solo esto me faltaba,
ofrecer la reverencia
sin el cargo de conciencia
a quien nada le gustaba
porque todo le amargaba.
Arrogante en el saber
y rebelde a conceder
beneficio de la duda
con esa apariencia ruda
difícil de comprender.
En su altar de la cultura
denigrando a diestra y zurda
con esa arrogancia absurda
para destacar su altura.
Incapaz de dispensar,
tenaz en reglamentar
con cetro auto adjudicado
y minimizando el grado
de quien intente apelar.
En su soberbia se ahoga
sometiendo voluntades
presumiendo facultades
mortal como brutal droga
poniendo al cuello la soga
del cándido admirador
rendido ante el resplandor
atizado en su ignorancia
asignando relevancia
a lo falto de valor.
Distante de la humildad
humillando a complacencia
seglar a la ambivalencia
brindándole nulidad
asumiendo autoridad.
Nada existe más insano,
fatuo, estéril y profano
que la ofensa desmedida
con la rabia retenida
pinchando el ego pagano.
Como una afrenta insolente
procederán estos versos
como pensantes dispersos
del enigma referente.
Como gesta negligente
a sabiendas de la injuria
que causará la penuria
y el consabido rencor
causante del sinsabor
que desatará la furia.
Aquí esperaré paciente
apostado en una silla
cianuro de pacotilla
de un aliento pestilente
en colmillo de serpiente,
indignante al aludid@
al sentirse referid@
sacando su repertorio
intentando hacer notorio
su dominio incomprendido.
@MucioNacud ©