Su silueta reposada sobre el lino bermellón,
esa blanca desnudez desvanecida,
abrazada de penumbras,
extenuada de pasión.
En la copa el vino tinto se disipa,
cae el velo del deseo…
abatido en la ofensiva del intenso frenesí.
Derrotado en un derroche de arrebatos,
su perfume envicia el aire…
lo contagia con su hechizo,
se hace adicto a su atracción.
Impetuoso y desmedido fue el encuentro,
dos imágenes envueltas por las sombras,
la caricia suspendida en sus antojos,
y unos besos libertinos…delirantes,
exuberantes… esparcidos en su piel.
Una luz la envuelve en magia,
la rodea de su encanto…
y no he podido resistirme…
a fundirme en los latidos…
de su ardiente corazón.