El delirio de la gente,
que se mofa de la muerte,
que ya nunca más entiende,
que ya nunca más comprende.
Que lo pasado allí en su mente,
fue un gran suspiro en la vertiente,
de un sueño gris tan inconsciente,
como tan efímero e inerte.
Como si lo vagamente sorprendente,
y todo lo genialmente decadente,
en un mismo punto fijo convergente,
olvidaran que ayer existió un presente.
Que surca los espectrales planetas,
entre mil mares de lunas y estrellas,
con las más simples ansias y perezas,
de algún triste poeta sin destrezas.
Que arremetiendo con sus pobres fuerzas
contra el viento frío y las mareas,
de mil sueños muertos y mil comedias,
de esta vida muerta en mil tragedias.
Que te siguen, que te acechan,
como los buitres, como hienas,
como ratas, como fieras,
que del hambre se alimentan.
Y que a este vil mundo enferman,
infectando en las cabezas,
supurando en las conciencias,
condenando a quienes piensan.
Al gran olvido y las miserias,
de la gris vida y sus creencias,
en los engaños y apariencias,
de mercancías sin licencias.