No busco que me consueles
jamás has sabido hacerlo,
pero ahora que hiendes sobre mí
el filo de tu indiferencia,
anhelo a gritos la amargura,
la frialdad de tus gestos.
La soledad es quizás
el peor mal que pueda padecerse:
angustia, melancolía, añoranza,
inmenso vacío en el alma,
hueco creciente del abismo,
multitud de sueños yertos
Sin duda no busco que me acompañes,
mucho menos que me compadezcas
sólo quiero, busco el fin,
el estallido triunfal de mis cadenas
el vuelo a una libertad incierta.
Pero para ello debo primero apresarte
encerrarte, confinarte
en lo profundo de un olvido.
Y dejar que con el tiempo,
lentamente, nuevas capas te cubran.