(Microficción)
Él buscaba la cueva de Ali Baba y los 40 ladrones entre las piernas abiertas de ella y con suprema lujuria encontró la excitante perla del pecado, ellos no se habían llevado nada más que algunos placeres.
Miró sus ojos enfebrecidos, su boca entreabierta, sintió su respirar agitado y se tragó los celos que cargaba por conocer su pasado y se dedicó a hacer lo mismo que le hicieran aquellos que le habían robado la primicia de ser el primero con la intención de luego olvidarla; pero ella, con dedicación, entrega, ternura y maestría lo llevó del infierno al cielo, del abismo a las alturas, de las penumbras a la luz y lo hizo gemir de deseo y llorar de placer
Ya no pudo escapar de aquella trampa mortal escondida en el sur de aquel cuerpo.
A diferencia de aquellos hombres que solo obtuvieron placer robándole la inocencia, engañándola, abandonándola, humillándola, él no pudo robarle nada, ella se lo entregó todo y él se adueñó de su cuerpo, de su alma y de su perla más preciosa la del deseo, esa que custodia aquella cueva antes saqueada sin piedad.
Y ella le robó su corazón henchido de amor.
Angela Grigera Moreno
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