CONDÚCEME
Condúceme tú, camino de pionero,
estela de espuma sobre el mar,
ráfaga de viento.
Alúmbrame el camino cocuyito.
Tengo la laboriosidad de las abejas
y la feroz voracidad de las libélulas.
La presteza coordinada de un batallón de hormigas.
La tenacidad solitaria de un escarabajo estercolero.
Cavó profundo para abonar desde dentro este desierto.
Guíenme en mi deambular las golondrinas
que saben volver al nido que una vez dejaron.
Ábranse ante mi cortina de neblina,
no me oculten engañosas el despeñadero.
vago sin aparente rumbo, sin destino.
Pero oigo voces que me llaman.
Obedezco a un grito que desde dentro me convoca,
a un eco vagabundo, antiguo,
que sin detenerse me apura, me impele, me reclama.
Soy un aprendiz de arriero que va hoy sin mercancía.
Es mi propósito aprender este camino,
porque luego lo habré de emprender como es debido.
Acompáñame tu pálida luna y tu, lucero que madrugas.
Vengan conmigo los recuerdos
y mi despierta capacidad de sorprenderme.
Que sea este viaje como una alegre romería.
Que canten conmigo los pájaros del bosque,
el agua en las quebradas, la brisa en los acantilados.
Que salgan a hacerme el tope:
el ganado detrás de seguras alambradas,
los perros que guardan las casas de vecinos.
Los micos colgando de las lianas cual racimos
y mecen alegres sus gritos al filo de la tarde.
Acompáñenme duendes del camino.
Asusten y hagan que huyan de mí los asaltantes.
Llévenme hasta ese puerto que imagino
que no es el punto de llegada,
que es el embarcadero hacia un nuevo y delirante viaje,
Por una nueva ruta, hacia una novísima tarea,
Una gran aventurara hacia comarcas inimaginadas
sembradas de conquistables ilusiones.
León M.N. Oct. 25 de 2014.