Veinticuatro minutos de espera,
la luna siguiente llega con retraso,
las horas pendientes los sueños encierran,
desde la puna te veo desfilar el Parnaso
En mi desierto de noches en vela,
sentado entre dunas observo tus pasos,
hipnotizado en la extraña manera
de tu forma de andar tan despacio
Absorto, en sigilo, persigo tu estela
hacia un templo secreto conduce tu rastro,
al llegar, contemplo y me paro a tu vera,
sonríes, desenvainando el deseo que arrastro
Y mientras vigilo que nadie nos vea,
con caricias empiezas a pactar un duelo,
mis labios tus proas con fulgor corretean,
manos ancladas a popa, me convertí en marinero!