Hubo un tiempo en que en las noches
el cielo se cuajaba de estrellas,
la luna brillaba con fuerza
y los sapos sonaban como una orquesta
de campanillas.
Ahora oigo los sapos sonar como esquilas
de rebaño
y solo alcanzo a ver la luz del insomne
que en la casa de enfrente
ve la luz en mi ventana,
y la farola que a ambos nos niega
las pocas estrellas que aún se dejan ver.