Alí de mi corazón,
bucear en tu mirada pintada de cielo,
tornaba cierta mi existencia.
Presencia bochinchera.
Leño candente en el fogón de las horas heladas.
Faro. Abrigo. Dulce compañía
en cada paso, por el camino agreste,
evoco tu andar, para infundirme aliento.
¡Compañero del alma, compañero!
Alí, amigo, peregrino de alas inquietas.
Alma buena, calma, para la herida abierta.
Con vos estaba a salvo, lazarillo, mensajero constante,
sin tu rumbo se me pierde la proa,
en el incesante vaivén de las horas
¡Compañero, del alma, compañero,
préstame tus alas, enséñame tu vuelo!
Cómplice, sabueso, ¿dime, dónde está tu huella?