L. p. Maudit

Jadeo

Madrugadas de alquitrán y cafeína.

Maceta vieja de un color opaco dentro de su vientre.

La mata emerge poco a poco, día tras día, dolor tras dolor.

La planta bermellón crece y se confunde con la sangre, moviéndose libremente y corre,

corre sin prisa pero sin pausa a lugares donde solo la imaginación de esos libros antiguos pueden describir.

Lo más profundo del alma lanza un grito ahogado en pena, y entre llantos y jadeos

recuerdan los días mejores, momentos donde los sueños se veían coloridos y cercanos,

donde las sonrisas eran tantas que hacían pensar que eran más que suficientes y pareciera

que el sol jamás se escondería penoso ante las insinuaciones del tiempo...

Ahora los días parecen más lentos y toman un gris sin alma,  sabor metálico,

un gris que solo inspira a entrecerrar los ojos.

 

Bernardo Riande Guereque
29/02/2016