ALVARO J. MARQUEZ

NI LA LUNA LO SABE

 

\"A mi canario que te amo le dije yo/ y él feliz me pidió alpiste./ Ayer supe que el tuyo de tristeza murió/ ¿qué fue lo que le dijiste?\".

 

Le pregunté por ti hace unos días,

cuando la nostalgia me tenía preso,

recordé tus tristezas, tus alegrías,

tu manera de enfrentar la vida,

hasta que iniciaste ese viaje de ida

que jamás tuvo un regreso.

 

Le pregunté y no obtuve respuesta,

sólo un silencio absoluto, total…

Creo que ni la misma luna se presta

a averiguar por mí con sus reflejos,

si tú todavía por allá… a lo lejos,

me sigues pensando igual.

 

Su silencio cómplice me disgusta,

como un loco le reclamo, la reto;

pero es que en el fondo me asusta,

que ella, así, con su típica quietud,

de pronto me responda que tú

me has olvidado por completo.

 

Ella se va cuando el sol llega

y muy pocas veces se ven…

pero ella no lo olvida, no lo niega,

ni ha sido el olvido su cruz,

porque ella sabe que su luz

le viene del sol también.

 

Le pregunto ¿yo qué luz recibo?

Es oscuridad en mí su ausencia.

¿No le importa saber si aún vivo,

si sigo siendo el hombre aquel

que conservaba en su piel,

todo lo mejor de su esencia?

 

Luna traidora, no me dices nada,

sólo sabes afectar las mareas…

Prefieres hoy morir callada

o hablar con alguna estrella

y mientras yo, sufriendo por ella

aunque tú no me lo creas.

 

Dame al menos una razón, sólo una

y te prometo al fin conformarme…

Eso es todo lo que te pido luna,

ahora que la noche aún no muere,

dime si ella aún me quiere

o si ha logrado olvidarme.

 

Por ti a la luna le pregunto,

ya ves qué demente estoy;

he llegado hasta un punto

de tanta confusión en mí,

que si no soy nadie para ti,

entonces no sé quién soy.

 

No me pidas luna, por favor,

que le haga mis preguntas al mar,

él tal vez entienda de amor,

tú y él se entienden a solas…

pero no deseo que sus olas

me cuenten que me pudo olvidar.

 

Mi demencia por ella es tan evidente,

que ya no hay quien se asombre

y no te extrañe que de repente,

te digan, mi luna que calla,

que hay un loco en la playa

que va gritando su nombre.

 

Original de Álvaro Márquez

Caracas, Venezuela

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