*
Los doce candelabros de oro y rubí empotrados en la pared, símbolo de los doce reyes del séptimo cielo, al igual que las doce sillas finamente decoradas, situadas a lado y lado de la gran mesa arqueada, pintaron en el recinto, un aura de inigualable belleza
¡Y la luz incandescente de la Estrella Vega floreo el ambiente y las almas de los presentes sacudieron su existencia!
En el centro del recital y sobre fina alfombra, se hallaba el pequeño y hermoso príncipe. No obstante su inocencia y corta edad, hablo como hablan quienes tienen en su boca la espada de la justicia y el conocimiento. Quienes pueden ver la verdad más allá del sempiterno.
Ceñía su frente un lazo dorado de diminutos luceros, y su corazón exhalaba luz purificadora. Los doce reyes y sacerdotisas atentos le observaban. Gracia y belleza acompasaba su oratoria.
Levantando su cetro, un manto de blancas estrellas y diminutos colibríes al firmamento volaron.
* Imagen corresponde a mi hijo
Luz Marina Méndez Carrillo/29102020/ Derechos de autor reservados.