Carlos Eduardo

Uno también muere

 

 

Las palabras sobran,

 

el clarín toca,

 

amanece

 

el sol asoma en las altas cumbres,

 

las estrellas han huido

 

hacia sus guaridas,

 

la fiebre, las gotas en la frente,

 

la blanca palidez,

 

larga agonía

 

como la vida

 

no escucha,

 

es el delirio en los ojos,

 

camina por lugares grotescos,

 

colores desvanecidos

 

tengo sus manos

 

trasudan los últimos perfumes

 

y yo muero con ella.