Tiene las manos
casi perdidas,
golpe tras golpe
se las destrozó la vida.
Y su mirada
que casi no ve:
sus ojos extraviaron
la luz en el ayer.
Su boca tiene
el sabor cansado,
sus cabellos...
un gris plateado.
Su piel marcada
de tanto vivir
y un corazón
que se empecina en latir.
Peleó en mil batallas
desde su juventud
y hoy sus recuerdos
todos en un baúl;
guarda allí una foto
de aquella mujer,
que cuando mozo
no le quiso querer.
Dejó olvidadas
en un cuarto de hotel
las ilusiones
prohíbidas del ayer;
mas la tristeza
no le quiso dejar...
y noche tras noche
le viene a acompañar.
xE.C.