Alberto Diago

En compañía de la tristeza

Tiene las manos

casi perdidas,

golpe tras golpe

se las destrozó la vida.

Y su mirada

que casi no ve: 

sus ojos extraviaron 

la luz en el ayer.

 

Su boca tiene

el sabor cansado,

sus cabellos...

un gris plateado.

Su piel marcada

de tanto vivir

y un corazón

que se empecina en latir.

 

Peleó en mil batallas

desde su juventud

y hoy sus recuerdos

todos en un baúl;

guarda allí una foto

de aquella mujer,

que cuando mozo

no le quiso querer.

 

Dejó olvidadas

en un cuarto de hotel

las ilusiones

prohíbidas del ayer;

mas la tristeza

no le quiso dejar...

y noche tras noche

le viene a acompañar.

 

xE.C.