Cuando de oro y grana su velo extiende la aurora
en el suave despertar de la dulce mañana
y el susurro de una ávida abeja libadora
en el cristalino espejo de una fontana
bebe perlas de amor que una náyade llora,
el encendido aroma de tus labios colora
los tristes dolores que mi corazón emana.
Mientras el áureo suspiro de un ave canora,
oculta en el hálito azul de una genciana,
por la niebla gris de los verdes prados llora,
a mi corazón flébil conmueve y enamora
en la nemorosa espesura una dulce nana:
es el cálido aroma de tu voz soñadora
que en los vagos recuerdos de mi infancia lejana
evoca en mi mente una imagen enternecedora.
Aromas de nostalgia