Ahora que los días son breves
unos relámpagos de azar en la rutina fragorosa,
voy haciéndome un hábito distinto:
urdir bellas historias novelescas, desmesuradas
de mis fiestas que pasaron al ayer.
Ese pasado cuestionable en noches de insomnio
juegos vastos de asombros
que surgen del desatino, de la neblina memoriosa,
tañidos de las cítaras lejanas
en un mar que no reconoce sus islas.
Ahora que los días son breves
espacios que atravieso, mundo aparte,
comportamientos puros del olvido
de donde brotan palabras y sonetos,
me ciño mi reprimenda de quimeras.
En las paredes se pierden los caballos,
Lo que fue antiguo vuelve y no se encuentra.
Octubre es de jazmín.
Otros murmuran que tu nombre
es el perfume en la mirada que yo sé lo tenía
y ya no es mío.
Ahora que los días son breves,
suelo pulsar los hilos de mis venas que es mi sangre,
quiero mas pisadas en la arena fría y esa dicha...
Soy ventana, muchedumbre, plaza, lágrima,
umbral, enjambre de una tarde de cerezos,
de una tarde de árboles y libros, de horas,
de infancia, de las flores y del agua quieta..
Ahora que los días son breves,
adivino cipreses en la siesta,
soplo largas infusiones de abandono.
¡Más que nunca preciso hacerme música!
pizarra donde escriban los recatados de ególatras,
interrogo a los años que me faltan por vivir
¿Cúantos llegarán a ser?
Siempre diré que la belleza está en el fuego.
Ahora que los días son breves
el viento no cesa de dar gritos
y me aduermo, si acaba, en el silencio.