En la esencia de nuestro ser
sin atanores ni alambiques
tú…eres la bendita alquimia.
Crisol de los labios
besos que te destilan
en el fuego de la fusión
eres la altísima pasión
que rocía el universo.
Transmutando en el silencio
la más tibia rendición
en el vaivén de las palabras
en la caricia de unos versos,
el recuerdo de lo que somos
en cada diapasón que tenemos
Dios acompaña el sonido
y vibramos cada cuál
con la música que poseemos.