Dejé de creer en utopías solidarias,
en el instante exacto en que comprendí
mi soledad. Drástica, radical, intemporal:
soledad. Vomitiva en ocasiones, recia estaca
emocional, mi soledad. Como si un mar
de pestañas, tratase de abrirse paso en mis entrañas,
todos se miraban, tras el fulgor de la esfinge.
Soledades interpuestas, cazadas. Y en el espejo,
la nítida sensación de estar siendo observado
por otro que no era yo. Soledad.
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