26
El Otro se oculta en la casa antigua,
siempre duerme más allá de la puerta,
nos mira, lo sé, siento la presencia,
se duerme sin alma, como las piedras,
como aves que giran en la cabeza,
tal vez, la fiebre en la mi mente enferma,
gatos que se miran, la madre ausente,
el recuerdo de un perfume olvidado,
noches que se queda en el alma herida.
27
Ánimas han mencionado su nombre,
lo vi hace años, parecía mi rostro,
en el cristal sus ojos se movían,
su mirada gris, perdida en el tiempo,
danzaba como imagen sin reflejo,
aquí dormía, nos miraba el Otro,
el descarnado, sin luz, sin aliento.
28
El Otro era un animal, sin esencia,
figura de un espíritu en el viento,
olvidado por siglos, lo conozco,
oscuridad, es la ausencia vacía,
inyecciones, soledad, el infierno,
las garras, las espinas, mi demencia,
su mirada vuela como ave muerta,
desde los caminos del inconsciente,
voces oscuras detrás de la puerta.
29
La puerta está muy lejos, sin orillas,
la veo, caminaré lentamente,
lo veré a la cara, me arrastraré,
la cosa oculta detrás de la puerta,
nació junto a mí, pero morirá,
subiré por las frías escaleras,
no tendré miedo de enfermos fantasmas,
hoy llegaré a su cama, morirá.
30
Ya no es el mismo, moribundo, es viejo,
falta poco, la puerta, casi llego,
abriré la luz verde, no estoy loco,
la puerta está cerrada, silenciosa,
mi ser se detiene, ya casi toco,
tiene ojos de roedores, sin boca,
el Otro me arrastra con su poder,
en el centro una cama, la almohada,
una mano que cuelga, tan delgada,
ya es un cadáver sin rumbo, sin alma,
llora la Vieja, ahí, sola, sentada
yo la puedo ver, está en el rincón.
31
La luz opaca cobra vida y gira,
miradas perdidas, todo da vueltas,
horrores, mariposas en cascadas,
quiero ver al Otro, al falso, llegué,
los espejos en las paredes blancas,
Dios, cierro los puños, no puede ser,
busco la escalera, la Vieja duerme,
las luces del cuarto se apagan, huyo,
el Otro grita detrás de la puerta,
el Otro, espejos que nunca se irán.